Extraido de la entrevista con el períodico El País.
¿Esto de recorrer Europa en caravana no es una excusa para venirse de vacaciones? Ojalá. Entre exhibición y exhibición no hemos parado de currar. Eso sí, nos traemos un montón de vídeos y fotos de vuelta a casa. En eso es igual que unas vacaciones.
¿La mejor táctica para fingir que se conserva en plena forma a pesar de los años es pasar por personaje de videojuego? No. La única táctica que conozco es seguir y seguir patinando.
¿Qué hace con toda la pasta que saca de los videojuegos, las marcas, la ropa…? Reinvierto en mi propia fundación. Construimos parques de skate para chavales en zonas deprimidas. Es lo menos que puedo hacer con mi éxito.
Muchos ‘skaters’ radicales le acusan de venderse a la América corporativa. ¿Algo que decir? Apenas atiendo a esas voces. Siempre pensé que el skate merecía ser más popular.
¿Pero no le han robado las marcas el componente subversivo? Imposible. Hay un skate más callejero que nunca morirá.
Nick Hornby escribió una novela, ‘Todo por una chica’ (Slam), donde usted era el ídolo del protagonista. ¿Le cobró derechos de imagen? [Risas]. ¡No! Simplemente me llamó por teléfono para pedirme algunos consejos. Soy fan suyo; acepté con placer.
En su autobiografía revela un coeficiente intelectual de 144 puntos. ¿Hemos perdido una mente para la ciencia? Lo dudo. Aunque mis amigos me llaman para que les arregle el ordenador.
Tiene cuatro hijos. ¿Es el padre más enrollado de las reuniones del cole? Mis hijos van a clase con los de un par de miembros del grupo punk Blink 182. Así que me temo que no.
Un estudio reciente de la American Sports Data revela que hay más adolescentes practicando ‘skate’ que béisbol. ¿Lo ve como deporte nacional? No sé si tanto, pero se ha convertido en una alternativa natural al fútbol americano, el béisbol y el baloncesto.
¿Y acabará siendo deporte olímpico? Es muy posible. Los Juegos Olímpicos nos necesitan más que nosotros a ellos. Necesitan el skateboard para rejuvenecer.